- Petulia - The Kooks -
Tome uno de esos cigarrillos que tanto odio, estos los odiaba más porque no tenían filtro. El humo ascendía en el frió de la lluvia, revelándose así contra el agua en una batalla que duraría la longitud del rollo de papel que sostenía nerviosamente mi mano. Paró un bus. Sabía que era ella. Se me acerco apenas mirándome a los ojos. Yo la abracé. Era como un reflejo, lo hacía cuando no sabía realmente que hacer, lo peor de todo es que sabía que mis abrazos eran los peores del mundo. Ella se soltó rápidamente y empezamos a caminar. El silencio nos torturaba. Empece a preguntarle cosas estúpidas, quería hacerla reír, quería ver si realmente me quería matar. Parecía que no. La hice sentar al lado de la fuente. Me senté allí y ella me veía directo a los ojos. Empece a reír por cualquier cosa. Eran los nervios. Quería evitar lo que venia. Tenia que evitar apuñalarla como en mi sueño. La mire a los labios. Siempre tan atractivos. Finalmente a los ojos. Esos ojos que antes me hacían vibrar, me hacían dar cualquier cosa por verlos, ahora me ahogaban. Quería matarla.
- Quiero verte el resto de mi vida- dijo con mucha ilusión.
- Anoche soñé contigo- le dije.
Entonces se congeló en el tiempo para siempre. Cuando hubo pasado esto, se levantó furiosa y se fue. Yo camine pensando en que había hecho lo que debía, no le había hecho daño. Seguía viva. Entonces me contactó nuevamente. Quería saber porqué. La busque decidido. Crucé sus brazos encima de sus hombros. Ella se resistía a mi abrazo. Le dije que la maquina se había dañado. Entonces un par de lagrimas calleron. Le dije que no podía dejarla así. Ella me dijo que si, me empujó y se fue. Yo entonces volví a donde estaba antes pensando que lo había evitado, Seguía viva después de todo. Fui al baño y me arreglé, lamentándome porque no la volvería a ver. Entonces me pregunte si todavía la amaba.
El sol se puso del otro lado. A ese lado estaba ella. Increíblemente, otra vez. Mi misión evitar matarla.
- ¿Ya se pudrió el queso?
- Todavía no- mentí.
Entonces ella se puso a caminar, por horas y horas pensando fuertemente, a veces llorando y otras gruñendo. Finalmente volvió a mi.
- ¿Podemos darle vuelta a la página?- me preguntó con esperanza en sus ojos.
- Tengo mucho que pensar- inquirí.
Entonces pasó lo inaudito. Todo se tornó negro. Detrás de ella una forma se acercó lentamente. Mientras tanto, ella movía los labios y decía cosas que me eran imposibles de escuchar. La sombra empezó a tomar forma y entre su mano se definió un cuchillo. Entonces esta tomó impulso abalanzandosele. En esto ella se había desesperado y me pedía una respuesta, y yo tratando de salvarla y responderle al tiempo le dije: "Se pudrió". Entonces pasé rápidamente mi mano a su espalda y tomé el cuchillo para salvarla. No sirvió. Estaba clavado y la sombra ya no estaba. El mango del cuchillo estaba en mi mano, el filo en su cuerpo. La había apuñalado exactamente como lo hacía en mi sueño. Solo que peor pues por intentar salvarla, hice una herida aparatosa que le quitó la vida inmediatamente.
Traté. De veras. Hice todo lo posible por no hacerle daño, pero termine haciéndole mucho más del que habría hecho si no hubiera intentado nada. ¿Y ahora como arreglar las cosas si estaba muerta? Se había ido para siempre con la idea de que yo era un asesino rancio y sínico. Lo triste realmente es que no lo era. Como decirle que alguna vez la amé de verdad por mucho tiempo, pero que hace poco me habían entrado ganas de matarla. ¿Como decirle que fue real? Imposible. Me fue imposible por haberle dicho mentiras. El queso se había podrido recientemente y punto. Ahora tendré que sufrir más yo con mi reputación de asesino que ella por no disfrutar de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario