La música está muerta.
Tanto ha sido el estudio, tanto el pensamiento que hoy en día esta no es más
que una receta. El virtuosismo musical ha dejado de ser algo admirable para
pasar a ser algo totalmente inhumano, algo digno de un robot. El artista se le
ha olvidado jugar, divertirse y explorar con su creación. Se dedica a tomar
conceptos vacíos y cargarlos de crítica social barata. La necesidad de que la
obra tenga sentido ha borrado totalmente el juego. Muchas empresas que solo imprimen
dinero hacen arte como Nike hace zapatos. Ya ni amor del creador tiene adentro,
ni la canción romántica misma. Está muerto el juego, está muerta la sorpresa.
Aun así, algunos intentan
vestirse de héroes y romper con todo esquema, con toda la receta. Pero surge
otro problema. Muchas veces se exceden y rompen con lo más integral, con lo más
familiar. La música deja de ser música para volverse ruido. El serialismo de Schönberg
se olvidó de la tonalidad por ejemplo, pero al hacer esto quebró el esqueleto
mismo de la música, dejo un rastro deforme, algo irreconocible, inconciliable e
insoportable. La música electrónica de Stockhausen o la música concreta de
Schaeffer innovaron en la instrumentación, crearon una nueva orquesta, pero
desafortunadamente siguieron el serialismo creando así algo incluso aún más
deforme e irreconocible, algo que solo aquellos necios que pretenden defenderlo
llamaron música. Ni hablar de esos futuristas, su amor por el ruido es entendible
y su mente abierta a la exploración es digna de admiración, sin embargo su
producto es defectuoso por el mismísimo hecho que su música se toca sola todos
los días en medio de cualquier ciudad, surgiendo cada día sinfonías más
grandiosas (insoportables) de lo que cualquiera de ellos hubiesen podido
componer.
Por esto llamamos
inútiles todos los intentos de hacer algo diferente a lo clásico, e imbéciles todos
aquellos que entendieron que lo que debían hacer era ir completamente hacia el
otro lado de lo que ya existía. Imbéciles porque aun siendo innovadores, sabían
exactamente lo que estaban haciendo al tener reglamentado que no podían hacer.
Ellos sorprendían a su obra en vez de permitir que esta los sorprendiera a
ellos. La experimentación estaba indudablemente presente, pero la sorpresa
estaba muerta. Los únicos que dejaban que su obra tomara vida propia eran los
surrealistas, quienes dejaban que el inconsciente tomara el control de lo que hacían.
Está es tal vez la propuesta más interesante. El mayor problema es que dejaron
que se les saliera demasiado de las manos, nuevamente la música término deforme
y sin sentido.
La música está tan
muerta, que no importa bajo que movimiento se haga, nunca se encontrará la
sorpresa, pues el artista tendrá o muy poco o demasiado control sobre la obra. Por
ello a los Revesistas nos gustaría volver en el tiempo, antes de que todo esto
sucediera, antes de que la música estuviera tan estructurada, estudiada y
entendida, pues solo entonces había sorpresa y verdadero juego. Tomar el
control remoto del tiempo y hacer rewind, partir la historia en pedazos solo
para volver a unirla en un sentido diferente, cambiar los elementos de la
historia por otros.
Y aunque esto es
imposible de hacer, el concepto anteriormente mostrado es posible de aplicar a
las obras musicales en sí mismas gracias al desarrollo tecnológico de la
grabación musical. Está bien, que el artista componga, él no es culpable de
saber qué es lo que está haciendo, pero luego puede hacer rewind, escuchar al
revés, escuchar los mensajes subliminales, lo que es realmente su obra y entonces
se verá sorprendido y esto lo motivara a jugar solo para seguir sorprendiéndose.
Ver el revés del sonido, invertir la obra. De esta forma la tónica, la
subdominante y la dominante del blues se vuelven dominante, subdominante y
tónica. De la misma forma, el artista podrá partir su obra según su estructura
y dejar que su inconsciente le dé un nuevo orden, dejar que el azar le de forma
al sonido. Podrá incluso dejar alguna de estas estructuras en su sentido
original sin necesidad de invertirlo, pues suelo cambiarlo de orden y ponerlo
junto a otras partes invertidas generaran la sorpresa. Y como el artista alguna
vez tuvo control sobre su obra, esta seguirá teniendo sentido incluso después de
reconstruida. Bajo esta nueva perspectiva, mientras se respete la vértebra que
hace de la música o la tonalidad, será bienvenido cualquier otro tipo de
instrumentación. Incluso los sonidos futuristas que parecían ser inútiles, podrán
ser utilizados. La percusión, que suele ser tan limitada de sonidos podrá ser
reemplazada entonces por sonidos de la naturaleza. ¿Qué pasa si cambiamos el
crash de una batería por una botella rompiéndose, que pasa si cambiamos el
bombo por un accidente automovilístico u alguien vomitando? La tecnología está
en nuestras manos, y lejos de buscar la perfección para hacer a unos idiotas
cantar bien, se debería usar para sorprenderse a uno mismo. Sorpresa, juego,
sorpresa, orden inconsciente, juego, juego, instrumentación tonal.