Así como por ahí andan los personajes frustrados, supongo que de algún modo deben existir los seres indecisos. A esos pertenezco yo. A esos que les cuesta decidirse a hacer las cosas. No tanto por timidez sino porque analizan los beneficios y consecuencias de todas las acciones. Examinan todas las probabilidades. Entonces toman una decisión. Lo hacen. Se equivocan. Y luego se dicen a ellos mismos: “A la próxima no lo pienso dos veces”. Entonces piensan si está bien o no pensar las cosas dos veces. Toman una decisión. Esta vez es correcta. Entonces la olvidan. Pasan por una situación donde deben elegir. Se equivocan. Piensan si está bien o no pensar las cosas dos veces. Lo olvidan. Lo realmente particular y atractivo de estos personajes es que si realmente le temen a algo, más allá de sus características personales, es a equivocarse. Y es lo que más hacen. Por eso, aunque los he llamado personajes indecisos, me gusta llamarles de cariño idiotas. ¿Para qué tanto análisis? ¿Porqué se preocupan tanto por tratar de equilibrar las balanzas? ¿Para que tanto esfuerzo si igual terminan metidos en el peor de los casos posible? En conclusión, los idiotas son personajes constantemente agredidos por algo que me gusta ver como la síntesis entre las leyes de Murphy y el karma corrompido. Como dije anteriormente, encontré dos temas. Ya expuse una: los idiotas. La segunda es algo que reconozco como tema porque me aterra. Pero antes de exponerla me gustaría indicar que identificar este tema no fue una tarea tan tediosa como la anterior. Simplemente llegó de la nada, en un momento cualquiera, en un lugar cualquiera; y supongo que esto sucedió porque es parte de mí. La soledad. Entiéndase soledad no cómo el sencillo hecho de estar solo una tarde. Eso es agradable. Tomarse un descanso de todo el mundo y dedicárselo a uno mismo es algo reconfortante. Soledad es tener algo que perder y perderlo. Más lejos de cosas que se pueden ir fácilmente como una pareja, soledad es perder esas cosas a las que podemos estar arraigados desde nacimiento. Sin ir muy lejos, perder la familia o la identidad pueden causar sensación de soledad.
Imaginar esa escena donde muere alguien que realmente ha influido en mi vida, toca el lado más sensible de una persona. Y lo digo porque sé que no es en miedo único, es algo que nos toca a todos y lo peor es que sabemos que es algo inevitable. Aquí puede que se halla desarrollado un poco eso de que mi tema es la muerte. La muerte causa soledad. Pero no solo me interesa la soledad por muerte. Me interesa la soledad en todos sus aspectos y formas. No solo con la muerte se pierde a alguien importante. Por ello puede verse esto como un desarrollo de lo que primero consideré como un tema. Pero tal vez me desvié del tema. ¿Por qué lo considero un tema cuando digo que es algo común? La cosa es que pienso en ello más de lo saludable. Entonces se me aguan los ojos. Me doy cuenta de que no debería estar pensando en eso y más bien disfrutar lo que tengo. Pienso un buen rato si está bien pensar tanto en cuando pierda mis cosas, en cuando quede solo. Entonces tomó una decisión que creo correcta. La olvido. Vuelvo a pensar en que algún día quedaré solo. No debería pensar tanto en eso. Lo hago de nuevo. Soy un idiota.